Esto pasa mucho.
A veces es la respuesta a la pregunta ¿Qué tal? ¿Cómo te va?
O a veces es la conclusión de una corta conversación en la que alguien te da un par de pinceladas para sugerir que están muy ocupado con un asunto.
Pero ese asunto es muy grande y muy profundo como para contarte ahora.
Así, sobre la marcha.
Y creen que ese “Ya te contaré” va a despertar tu interés y vas a darle seguimiento.
Pero los que invertimos en emprendedores coleccionamos cientos de “Ya te contare”.
Que nunca cuentan.
Y eso es casi mejor.
Porque el que no cuenta, desconfía, y si desconfías te van a pasar estas cosas malas:
Nadie va a firmar un acuerdo de confidencialidad para conocer una idea que no ha pedido conocer.
Si no cuentas, te has quedado sin la opinión de muchas personas que aportarían un gran valor.
No contar es no experimentar si el mercado está maduro y receptivo para lo que propones.
El desconocimiento de tus planes impedirá que alguien pueda mostrar interés, desde invertir hasta trabajar y asociarse contigo.
No he visto ideas secretas triunfar, pero puedo estar equivocado.
Si te fijas, cuando va a abrir una panadería o una tienda de bebés, suelen poner una lona o un cartel que adelanta “Próximamente”.
Moraleja, cuenta. Ganas más contando que callando.
Y si quieres contar que existe 50 y tantos, solo tienes que apretar aquí:
O si has caído por aquí y quieres suscribirte. Yo sí te voy a contar cosas, una cosa cada día.
Muy cierto! Y como dicen, las ideas no valen nada, todos las tenemos; es la ejecución lo que muy pocos hacen.