Da igual el objetivo o lo grande que sea el propósito.
Suena a frase de taza motivacional de Instagram, pero espera, sigue leyendo, que esto se pone interesante.
La vida tiene una forma curiosa de demostrarte que al final (aunque duela decirlo) tu madre tenía razón: todo termina acomodándose.
No importa lo oscuro que parezca el túnel, o cuántas veces te hayas tropezado (y créeme, sé algo sobre tropezarme repetidamente con la misma piedra), al final ves la luz. Eso sí, igual la luz no es exactamente la que imaginabas;
A veces es aún mejor.
Decía Winston Churchill, que algo sabía de esperar que las cosas salieran bien cuando todo apuntaba al desastre en plena guerra mundial: "Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa". Y la verdad, no encuentro mejor mantra. El optimismo no es ingenuidad, es pura supervivencia emocional.
Y para quienes se empeñan en llamarnos ilusos o soñadores por mantener la fe en que las cosas terminan funcionando, siempre puedes recomendarles "El Alquimista" de Paulo Coelho. Sí, lo sé, es el típico libro que recomiendan las tías místicas en Navidad, pero tiene una frase demoledora: "Cuando realmente deseas algo, todo el universo conspira para que lo logres".
Vale, quizá el universo a veces conspira un poco lento, pero conspirar, conspira.
Es más, ni siquiera tienes que irte al lado místico. Mira películas como "Cadena perpetua" (Shawshank Redemption), donde Andy Dufresne tarda años en escapar de una prisión, cavando lentamente un túnel con un pequeño martillo de geólogo. Cada pequeño golpe parecía inútil, hasta que un día... ¡voilà! Libertad.
Optimismo práctico y paciente en su máxima expresión.
La clave del optimismo no es creer que todo es fantástico todo el tiempo, eso es negación (y requiere mucha medicación).
La verdadera clave está en entender que la paciencia, mezclada con acción constante y una pizca de fe, termina dando frutos.
Así que, si hoy estás en ese punto del camino en el que piensas que nada va a salir bien, recuerda: tardará más o tardará menos, pero siempre termina saliendo. Solo tienes que seguir caminando, seguir cavando, seguir conspirando contigo mismo.
He estado en este estado recientemente.
No era nuevo para mí, ya había estado hastiado, cansado y desmoralizado otras veces. Reconozco el desanimo en cuanto lo veo de lejos.
En vez de dejarme llevar, lucho con más fuerza y aquí estoy tomando decisiones, escribiendo, aprendiendo, escuchando y avanzando.
Te quede lo que te quede por delante, sea una gran tarea o un pequeño encargo, mejor afrontarlo con optimismo, ¿no crees?
¿Cómo afrontas tu reinvención? ¿Estás preparándote para lo que está por venir?
Grande Sixto