Pantalones que me acompañan

A todas partes

Quizá a ti también te pasa.

La mayor parte de mi vida he sido delgado o he estado en mi peso. Al pasar los 50 parece que mi cuerpo está programado para acumular reservas.

Tiene sentido,

años en los que se nos daban mal los mamuts, largas

glaciaciones, la dura vida en las cavernas que nos hacía pasar tanta hambre que hasta pintábamos ciervos en las paredes de la cueva.

No sé donde lo leí, pero parece ser que nuestro cuerpo guarda memoria de todo eso y cuando corremos más despacio y aguantamos distancias más cortas, el muy inteligente, acumula reservas por si acaso.

Pero mi cabeza no quiere que se produzca esa acumulación porque prefiero volver a estar delgado y en esas estamos.

El cuerpo acumulando y mi voluntad luchando.

Va ganando el cuerpo. Es muy difícil mantener una disciplina férrea.

Por eso admiro a mi cuñada Merce, que lo está consiguiendo y ya ha logrado desprogramar su “cuerpo acumulador”. Ha perdido una cantidad importante de kilos en un corto plazo de tiempo.

Ese importante paso en su vida y en su rutina, ha desbloqueado otros logros.

Mi aplauso desde aquí.

Yo sigo guardando los trajes y los pantalones que un día me sirvieron con la voluntad de que lo vuelvan a hacer, pronto. Tengo que ir a una boda en septiembre.

He empezado a vivir en un nuevo lugar. Eso me va a ayudar a mantener la disciplina de largos paseos y nadar en el mar al menos tres días a la semana.

No se me va a resistir.

Volveré a usar esa ropa, a mí me pongo por testigo.

Los cambios físicos son una realidad. No es lo que queramos, es lo que marca la naturaleza. Tengo amigos que se empeñan en luchar contra el tiempo. Esa es una batalla perdida. Asume el proceso, y desengáñate, el botox no va a devolverte el esplendor de tus treinta años. Probablemente borre tu expresión y te lleve al Museo de Cera.