Mi cabeza es algo tonta.
Quizá esto pasa más con la edad. Ya sabes que aquí nos dirigimos a los que estamos rondando los 50. Pues eso…
El caso es que a veces me despierta a media noche para darle vueltas a una tontería que se arregla al día siguiente en menos de treinta minutos.
Suelo dormir como un tronco. Los expertos en salud aseguran que eso es tan importante como comer sano o no fumar.
Espero calidad de vida…
en mi otra mitad por vivir.
Tengo mis trucos para limpiar la cabeza y poder recuperar el sueño pero ayer no funcionó.
Si tienes alguno original, me encantará conocerlo.
El mío consiste en imaginarme dentro de una sala de teatro con el escenario vacío y la pantalla en blanco. Cuando la cabeza huye del teatro, la fuerzo a volver.
Y así, tira y afloja para evitar darle vueltas a las cosas.
A lo que voy.
¿Cuántas vueltas le damos a chorradas que ni siquiera suponen un problema?
¿Cuántas preocupaciones imaginarias?
¿Nos preocupamos más al cumplir más años?
En mis años de emprendedor tuve que tomar muchas decisiones difíciles. Fueron muchas noches en vela.
A los seis meses ya no me acordaba de ninguno de mis errores, ni de mis fracasos. Me martirizaron y me estresaron en su momento, pero luego desaparecieron, como las lagrimas en la lluvia de la película Blade Runner. Mi favorita.
Relájate, no anticipes.
Lo más probable es que no termine ocurriendo nada de lo que temes o te enfada.
El pensamiento que no me dejó dormir fue un error en una escritura notarial que me indignaba mucho y olía a “mala fé”.
¿Sabes qué?
Cada día, todos los días se producen miles errores en las escrituras públicas.
¿Sabes que más?
Una escritura rectificativa los soluciona en un periquete. Y normalmente gratis.
A ver si echo una siestecita hoy.